Desde pequeños fantaseamos con el trabajo de nuestros sueños y, de hecho, todos crecemos bajo la sombra de la gran pregunta “¿Qué quieres ser de mayor?”. En algunos casos esa vocación se mantiene en el tiempo e incluso la llevamos a cabo, pero la mayoría vamos cambiando de inclinación con los años, cuando descubrimos que hay profesiones más allá de futbolista o profe.
Si nos fijamos en las personas que forman parte de nuestro día a día, hay muchas, demasiadas, que no se sienten satisfechas con su trabajo. Hay diferentes razones por las que la gente se desenamora de su puesto, por ejemplo: puede estar provocado por la rutina, porque tiene una mala relación con su jefe/compañeros o por un estancamiento en su crecimiento. Sin embargo, según esta investigación sobre el trabajo, hay un motivo que destaca sobre los demás: menos del 50% de las personas siente vocación por su trabajo.
Pero como dice el refranero, no hay mal que cien años dure y en HRider nos encanta aportar soluciones para que los empleados sean felices y estén a gusto en su trabajo, ¡es nuestra piedra filosofal!
Así que, ¿qué podemos hacer si se rompe el hechizo en nuestro trabajo?
1. Evalúa qué quieres de tu trabajo.
No todos buscamos lo mismo ni queremos lo mismo durante toda nuestra etapa laboral. Con el paso de los años vamos cambiando de prioridades y ambiciones. Según la investigación realizada por la profesora de Yale, Amy Wrzesniewski, la gente tiende a agruparse en una de estas tres categorías:
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quienes ven su trabajo como una carrera,
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quienes lo ven como un simple trabajo y
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quienes lo entienden como una vocación.
¿Y sabes qué? Resulta que las personas de la tercera categoría muestran mayor rendimiento y mayor satisfacción con su trabajo.
Lo que tienes que hacer entonces es determinar qué es lo que te importa en esta etapa, qué es lo que te motiva, lo que te apasiona, ¡y construir sobre esa base!
2. Busca el sentido de tu trabajo.
No todo el mundo encuentra su vocación, pero eso no quiere decir que no pueda darle un sentido a su trabajo. Si replanteamos nuestras tareas como oportunidades para ayudar a nuestros compañeros, jefes o a la cadena de trabajo, cualquier puesto puede volverse significativo. La clave está en buscar el significado de nuestro trabajo, en entender por qué haciendo lo que estamos haciendo ayudamos a alguien o a algo. No importa en qué tipo de organización trabajes ni tu rol en ella, todos los empleados contribuyen a su manera. El quid de la cuestión es ser consciente del servicio que estás proporcionando.
Conoce las metas de tu puesto, de tu trabajo y de tu organización, ¡formas parte del equipo que las está logrando!
3. Ve más allá ( si ni siquiera así consigues entusiasmarte por tu trabajo)
Si el servicio que ofrece tu empresa o los clientes con los que colaboras no te ayudan a darle un sentido a tu trabajo, piensa en la trascendencia que tiene que tengas trabajo. Con tu trabajo puedes pagar el alquiler o la hipoteca, o irte de vacaciones o incluso permitirte tener ciertas aficiones (ir al cine, a conciertos, viajar...). Con esta actitud podemos conseguir ser más productivos ya que somos conscientes de las repercusiones positivas de nuestra ocupación.
4. Hay vida más allá del trabajo.
Dedícate a alguno de tus hobbies o proyectos personales que no estén relacionados con tu trabajo y con los que puedas experimentar y desarrollar ideas innovadoras. Tener algo que te motive fuera del trabajo puede contrarrestar tu monotonía laboral. Incluso puede llegar a inspirarte o motivarte en el trabajo. ¡La energía extra nunca está de más!
5. Plantéate un cambio.
Si nada de esto funciona, quizá es el momento de pensar en renovarte. Nuestras prioridades van cambiando y hay que hacer ajustes. Piensa si puedes renovarte dentro de tu empresa o si tienes que cambiar.
Por supuesto, si vamos a cambiar de rumbo o de carrera, tendremos que dar pasos firmes y cerciorarnos de que tenemos una red de seguridad: que nuestra red de contactos profesionales esté actualizada, disponer de ahorros y meditar sobre nuestra nueva carrera antes de hacer el cambio.
Lo más importante es no perder la esperanza. Volver a enamorarte - o hacerlo por primera vez- de tu trabajo es cuestión de realizar pequeños cambios. Tengas o no clara tu vocación, te dediques o no a ella, tu trabajo es significativo, es uno de los pocos aspectos de la vida que depende únicamente de nosotros mismos, tiene un sentido que te puede motivar para que día a día realices tus tareas con toda tu ilusión, porque gracias a tu desempeño hay algo grande funcionando, ¡tu organización!
Y si eres responsable de un equipo e identificas que alguno de sus miembros no está demasiado entusiasmado con su trabajo, lanza una Evaluación del Desempeño y descubre a través de ella qué motivos tiene para no estar lo suficientemente motivado o satisfecho. Quizá no ocupe el puesto idóneo según sus competencias o tiene en mente unas metas que no ha tenido oportunidad de expresar. A través de los Planes de Acción y de la Autoevaluación, le estarás dando un altavoz maravilloso para crecer.