En términos de relaciones laborales, es el nivel de compromiso o implicación que se crea entre el empleado y la organización.
Para los trabajadores comprometidos, el trabajo es divertido y no una carga, no perciben su trabajo como algo estresante y demandante, lo ven como algo retador y desafiante. Los empleados comprometidos tienen valores que coinciden con las organizaciones en las que trabajan, y gracias en gran medida a sus conductas amigables con los clientes, reciben un feedback positivo.
Entrevistas realizadas en profundidad con trabajadores comprometidos y trabajadores que padecen burnout, se aprecian diferencias notables entre ambos grupos (Schaufeli et al., 2001). Por ejemplo, ante una misma situación donde algo les moleste en su trabajo, los empleados comprometidos son proactivos, expresan sus quejas, buscan alternativas, plantean sugerencias para intentar mejorar su estado y si no consiguen revertir la situación laboral, en última instancia, dejan el puesto. Mientras que los trabajadores quemados, se mantienen pasivos, se sienten tratados injustamente y con una sensación de frustración constante, lo que provoca que renuncien a hacer algo para dar la vuelta a la situación.
Para conseguir generar engagement, las organizaciones deben contar con empleados con valores acordes a los de la compañía y centrarse no solo en las competencias técnicas, sino en las soft skills, que son las habilidades que determinarán su comportamiento en el día a día en el trabajo.