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5 de septiembre de 2016


Amor a primera (entre) vista: qué busca tu Jefe en ti

Cada uno de nosotros recuerda cómo fue aquella entrevista en la que conseguimos que nuestro futuro Jefe se diera cuenta de nuestro gran potencial y del gran número de virtudes (¡podríamos enumerar más de 100!) que hace de nosotros una ecuación perfecta (¡y el candidato elegido para el puesto!)

En nuestro fuero interno queríamos ser un candidato diez. Pero una vez que hemos pasado las entrevistas de selección y ya estamos dentro de la plantilla, ¿qué hacer, cómo comportarnos en el trabajo? ¿Qué competencias son realmente importantes?
En HRider nos hemos puesto a soñar en alto sobre el empleado ideal y este ha sido el resultado:

  • Apasionado y positivo:
    Ten una actitud de sí puedo y no pierdas la paciencia para entender y resolver problemas. No te dejes llevar por el pesimismo, toma la iniciativa, da sugerencias y contribuye positivamente a la organización. Los empleados contentos y optimistas crean un ambiente de trabajo especial, generando nuevas ideas y contagiando a los demás con su alegría.
    En lo que hagas, trata de ser el mejor, sin comparaciones, el mejor de tus versiones. Si te gusta tu trabajo darás siempre lo mejor de ti mismo.
     
  • Autónomo y orientado a objetivos:
    Sé tu propio manager, sé esa persona a la que se le puede delegar tareas sin preocupación. Encárgate de conocer bien cuál es tu rol y qué responsabilidades tienes. Administra tus tareas y prioriza bien tu trabajo, sabiendo en todo momento qué cosas tienes que hacer y cuándo tienes que hacerlas.
    No pierdas de vista el futuro, ten siempre en mente tus objetivos y los de tu equipo. No te limites a hacer lo suficiente para justificar tu puesto, mantén un rendimiento alto esforzándote por conseguir metas que ayuden a dar un salto competitivo a tu organización.
  • Social y comunicativo:
    Algo tan sencillo como dar los buenos días con una sonrisa fomentará una actitud positiva y mayor interés en el trabajo por tu parte y por la de tus compañeros. La manera en la que trates a tus colegas puede cambiar totalmente el ambiente de trabajo. Intenta relacionarte con todos los departamentos y ayuda en lo que puedas, tú también obtendrás cooperación.
    Los empleados ideales se comunican con honestidad -y con tacto- con los demás. Pero la comunicación no solo implica hablar, también saber escuchar. Cualquier feedback que recibas debes valorarlo positivamente y aplicarlo en la medida de lo posible. Un empleado puede tener todo el talento del mundo, pero si no sabe escuchar, no logrará nada.
     
  • Trabaja en equipo:
    A raíz de lo que venimos hablando, los equipos necesitan personas que hablen y expresen sus pensamientos e ideas de manera clara, directa y con respeto al trabajo de los demás. Es decir, comunicarse de manera constructiva.
    Los mejores team players están siempre dispuestos a compartir conocimiento y experiencia. Enseñando es como mejor aprendemos.
    La cooperación es la mejor manera de trabajar y actuar juntos para ponernos manos a la obra, más allá de las diferentes perspectivas que podamos tener con otros miembros del equipo.
     
  • Conoce tu contexto:
    Para manejarnos bien en nuestro trabajo, debemos tener un profundo conocimiento de la industria en la que estamos trabajando, estando alerta de las próximas tendencias.
    Esto nos permitirá ser más abiertos al cambio, un rasgo que cualquier seleccionador y supervisor necesita y busca. Tal y como funciona hoy la economía, es vital que sepamos hacer frente a las condiciones cambiantes y adaptarnos a situaciones de constante cambio. Considerando siempre diferentes puntos de vista, distintas maneras de hacer nuestro trabajo sin quedarnos inmóviles en una misma perspectiva.
     
  • Aprende a desaprender (pero no  por ello dejando de estar comprometido con tu empresa):
    Aunque hablamos de un empleado ideal, no olvides que caer en el perfeccionismo no suele lograr otra cosa más que retrasarnos en nuestro trabajo. Obviamente, no hay nada malo en esforzarse por ser mejor pero, cuando la perfección es nuestro objetivo final, es probable que nos perdamos por el camino y caigamos en la procrastinación. Recuerda siempre que ni tú, ni tus compañeros ni tus jefes sois perfectos y, lo mejor de todo, no tenemos que ser perfectos. Haz de los errores tus mejores maestros, un impulso para avanzar y mejorar. ¡Y no tengas miedo a hacer las cosas de un modo diferente!

Hay rasgos que quizá los tengamos ya de serie y otros que no tenemos ni idea de en qué parte de nuestra mente podrán estar. Tranquilidad, todo se puede ir absorbiendo lentamente con práctica, experiencia y con el Feedback de nuestro Jefe ideal.