En una frase: jóvenes que hemos nacido o crecido con la tecnología y que revolucionamos todo lo que tocamos, experimentando sin miedo el mundo 2.0 y 3.0. Tolerantes, comprometid@s socialmente y con mucha creatividad.
No somos malcriad@s como mucha gente dice, nuestros padres y nuestras madres han tenido trabajos fijos y le han dado mucha importancia a nuestros estudios y a nuestro futuro, pero siempre bajo la mentalidad de un trabajo estable. Sin embargo, nosotros vivimos en una realidad diferente, en una situación en la que es difícil trabajar para una misma empresa durante muchos años. Hemos tenido que desaprender eso para que no nos importe saltar de una oportunidad a otra.
Tampoco somos inconstantes o dispers@s, simplemente llevamos una vida 2.0, es decir, estamos en muchos sitios a la vez, hablando con muchas personas y tratando diferentes temas simultáneamente, una de esas competencias que a las empresas les gusta tanto y que buscan en sus empleados: somos #multitask.
Compramos por internet, tenemos banca online, pedimos la cena a través de la app de nuestro restaurante favorito, subimos las fotos de nuestros mejores platos a Instagram, platos cuyas recetas sacamos de Pinterest y recetas que grabamos para Youtube. Nos ponemos filtros de animalitos con Snapchat, escuchamos música en Spotify, asistimos a conferencias con Periscope, nos quejamos en Twitter, nos etiquetamos –o desetiquetamos, porque cuidamos también nuestra marca personal- en Facebook y nos encanta expresar nuestras emociones a través de emoticonos. ¡Ah! También nos trolleamos un poco a través de Wallapop.
Somos consumidores muy #crític@s. El hecho de poder ponernos en contacto con todas las empresas que tengan redes sociales, nos convierte en consumidores exigentes e inteligentes. Podemos ver las opiniones de otr@s consumidor@s antes de comprar o contratar algún servicio, así como hacer quejas públicas si no hemos tenido una buena atención o el producto no era como esperábamos. En este sentido, también las empresas pueden utilizar nuestra influencia en las redes para que hagamos publicidad de su marca. Somos #influencers. Somos #exigentes. No hay que rascar mucho para averiguar por qué.
Estamos muy bien formados, tenemos muchas herramientas a nuestra disposición y, por lo general, mucho talento desperdiciado que todavía muchas empresas no saben aprovechar. Con la crisis y la situación económica y laboral, cualquier millennial se conforma con el puesto de trabajo para el que le cojan. Pero no esperes que esté a gusto.
Los millennials buscamos además del sueldo normal, un #salarioemocional. Esperamos que después de nuestra evaluación, premien nuestro buen desempeño con, por ejemplo, un curso de formación o de idiomas que esa persona desee, buscamos que se promueva el bienestar en la empresa, que haya un esfuerzo real para la retención del talento y la mejora cualitativa. Gana la empresa y ganamos nosotros.
Estas acciones reales se se consiguen con herramientas como el feedback 360º, con el que, además de medir el desempeño personal, se miden también las competencias y se pueden diseñar programas de desarrollo acordes. Recibiendo y aportando feedback mediante estas evaluaciones cada miembro de la organización tendrá la oportunidad de mejorar, de estar en continuo crecimiento y de ser reconocido/a por su buen trabajo. Si sabemos qué tenemos que hacer, por qué y cómo sacar más provecho a nuestras capacidades, el impacto que tienen nuestras tareas en la empresa y nuestra implicación en ella se elevarán, convirtiendo a cada trabajador/a en un/a mejor embajador/a de la organización.
Nos encanta usar hashtags pero, ¡ojo!, no nos gusta que nos etiqueten. Trátanos como millennials pero no nos llames millenials, nos cuesta sentirnos identificad@s con las cosas, por aquello de que somos #críticos (inserte aquí el emoji de la sevillana) ;P
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Lucía estudia actualmente un Master de Recursos Humanos y es autora del blog https://mamaquieroserbecaria.wordpress.com